Νεός Ίλιον
-¿Qué lees?- Preguntó el viejo anciano a esa pequeña niña- Oh, la Ilíada, ¿Eh? No deberías leer esas mentiras… Pero tú no sabes a lo que me refiero. No, ¿Cómo vas a saberlo? Estás todavía muy niña…
-Si sé lo que es la Ilíada, es una historia de los griegos…
-Oh si, estoy seguro de que conoces la historia, miles de libros y cientos de películas la han contado. Esta escrita en enciclopedias, en libros, incluso está colgada en Internet… Cuando te preguntan por ella sabes contarla. Pero, ¿Estás segura de que es real? ¿Estás segura de que todos y cada uno de los datos no han sido inventados?- La niña no supo que responder- Ven, siéntate y ponme atención. Yo te contaré la verdadera historia.
Corría el Siglo XIII a.C. Cuando existió una ciudad famosa por su defensa, por sus logros y su paz, famosa por su absoluta perfección ¿Su nombre? Ilión, o también conocida como Troya.
Había sobrevivido a todos los ataques de los imperios que intentaron invadirla. Era la ciudad más deseada, la más imitada ¿qué tenía Troya que no tuviesen las demás? ¿Qué la hacía ser tan especial? ¿Su cultura? ¿Sus costumbres? ¿Su ubicación?
No. Lo que distinguía a Troya de otras ciudades eran sus ciudadanos. Los troyanos no eran humanos normales y corrientes, más bien, no eran humanos. Los humanos no vivían en la tierra troyana nunca habían pisado aquel terreno ya que literalmente eran considerados carne de caza.
Vampiros, Licántropos, elfos, hadas, ángeles y demonios vivían en armonía en aquellas tierras. Cada uno ejercía una función clave para mantener la ciudad.
Los vampiros se ocupaban de la protección, los licántropos de la caza, los elfos, siendo la raza más inteligente, se encargaban de los avances en la alquimia y la tecnología, las hadas y ángeles se encargaban de la agricultura, la ganadería, el trabajo manual y demás artes. Los demonios, por su parte, tenían el trabajo más duro: la cría y domesticación de los dragones, su animal más preciado, que vivían en el inframundo.
Todo era perfecto. No necesitaban de nada ni de nadie para mantener su ciudad. Pero sabían que todo era efímero, que todo lo bueno se acaba. Y eso llegó justo casi al finalizar el siglo.
Seguro que conoces la historia de la famosa Guerra de Troya, aquella en que el avaro Paris rapta a la esposa de Menelao, hermano del rey Agamenón y éste ataca a la bien murada Ilión con ayuda de los Dioses, pero eso no fue lo que en verdad sucedió…
No hubo Helena, no hubo un profundo amor que desencadenara las agresiones; Si no odio, y de el más peligroso… Odio de dioses.
Convencieron a cada rey que quisiese Troya de pelear por ella, si ninguno la conseguía... Ardería para siempre.
Así que liderados por Agamenón, rey de los aqueos y secundado por otros muchos pueblos, príncipes y guerreros como lo fueron Ulises, Patroclo, el anciano Néstor y el furioso Aquiles; asaltaron la ciudad, ayudados por los Dioses, pero los Troyanos eran hábiles y se defendieron con uñas y dientes. Aunque poco podían hacer. Cada raza fue exterminada, dejando solo uno de cada una para su estudio. Crearon montañas huecas donde escondieron a los dragones dormidos, y las llamaron volcanes.
Eliminaron su cultura, su idioma y todo documento que contase la existencia de la verdadera ciudad. Y lo modificaron a su parecer. Tomaron a un escriba llamado Homero para que inventase su historia, la que ahora todos conocen y todos creen.
-Pero, ellos eran más sabios, más poderosos… Algo debió sobrevivir, alguien tuvo que haberte contado esta historia, por ejemplo. ¿Qué pasó después? Cuéntame…- El anciano sonrió satisfecho por haber captado la atención de la niña con su historia y siguió hablando.
-Para el Siglo XXI d.C. La historia fue olvidada, los Dioses pasaron a ser simple mitología. Solo unos pocos saben la verdad.
Aquellos primarios científicos mantuvieron a uno de cada raza bajo su control, estudiándolos con sus pocos medios y manteniéndolos encerrados gracias al poder de los Dioses. Su investigación fue pasando de padre a hijo y ha seguido así hasta ahora.
Aún hoy en día, los Dioses siguen controlando a la Tierra y a los humanos, pese a que éstos ya no creen en ellos.
-¿Pero están todos los Dioses en el mismo bando?
-No, por supuesto que no. Hades, Dios del inframundo, fue el único que no se proclamó en la Guerra de Troya y fue por un motivo muy lógico. Estaba a favor de los troyanos.
Los demonios y dragones que habían cohabitado con él en el inframundo eran su familia. ¿Cómo luchar contra ellos?
Muchos de los troyanos, fueron destruidos, esto ya te lo conté, pero también hubo otros tantos, que salvados por Hades se integraron entre los humanos, viviendo con ellos y comportándose como tales. Esperando el momento perfecto en el que volvieran a poder ser ellos mismos.
La única forma de serlo era liberar a los líderes de cada raza, recluidos en el laboratorio científico de la ciudad de Atenas situado bajo el Partenón de la Acrópolis de Atenas. Un lugar oculto y solo conocido por selectos científicos y los Dioses.
-¿Cómo podrán ser libres los líderes troyanos? ¿Volverá a arder Troya o esta vez será el mundo quien arda?- La curiosidad de la niña era insaciable.
-Eso solo tu puedes saberlo. Adéntrate en este mundo ¿Utopía o realidad? ¡Tú eliges!
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